Motivado aparentemente por razones sanitarias para las cuales aún no existen alternativas de solución, la acuicultura de camarón en Sonora acumuló el cuarto año consecutivo de una caída libre que parece no tener fin, pero sí visos de llevarla al colapso o su eventual extinción como actividad lucrativa. El gobierno anunció en noviembre medidas paliativas a favor de los productores, pero aún no se conocen planes oficiales para reducir el desempleo y la falta de ingreso familiar generado por la drástica contracción.
Los productores, quienes exigen un rescate por mil 300 millones de pesos, aceptan que debido al desplome fue necesario despedir al menos a 4 mil 500 de los casi 7 mil trabajadores que –afirman- tenían inscritos en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Ningún sindicato ha confirmado, negado o corregido el dato.
De acuerdo a la Comisión Nacional de Pesca, el máximo histórico de la producción del crustáceo en estanques sonorenses se obtuvo en el año 2009, con 84 mil 798 toneladas y cinco mil 200 millones de pesos en ingresos, lo que representaba en ese momento el 64% del total nacional del cultivo, casi dos tercios. Por estados, su principal competidor era Sinaloa con apenas 37 mil 314 toneladas en el mismo año, es decir menos de la mitad.
Los ingresos por ventas, promediaron poco más de 38 millones de pesos para cada una de las 136 granjas entonces en operación. Evaluaciones financieras consultadas con expertos, sugieren que el punto de equilibrio promedio de estas unidades económicas era entonces de poco más del 23%.
Pero, a partir de 2010 inició una brutal caída: al final de ese periodo se lograron apenas 49 mil 717 toneladas o 42% menos que en el anterior; en 2011 siguió el decremento, acumulando el indicador toneladas por el orden de las 40 mil 870 y a pesar de que en 2012 se cantaba victoria con una recuperación que llegó a 47 mil 116 unidades de medición, desde mediados del 2013 los productores empezaron a hablar de lo que a fines de ese diciembre sería prácticamente un colapso.
Expertos afirman que dos patologías virales, primero la enfermedad conocida como “la mancha blanca” que impactó durante los años de 2010, 2011 y 2012 y recientemente, a lo largo de 2013, el llamado “síndrome de la mortandad temprana”, regresaron la producción del crustáceo sonorense al nivel de lo obtenido en 1999, poniendo fin a una década de exponencial crecimiento, periodo durante el cual los camaronicultores multiplicaron sus ingresos pero no se prepararon para una época de posibles “vacas flacas”, pese a existir experiencias negativas –ampliamente documentadas— muy similares en la región Suroeste de Asia entre los años ochenta y noventa.
Sin que exista una cifra oficial, autoridades y empresarios del ramo coinciden que en 2013 el camarón sonorense de cultivo cuantificó apenas un volumen de 12 mil 300 toneladas, 85.5% menos que al cierre de 2009.
Exigen rescate acuícola
Ahora, los dirigentes de esa rama del subsector pesquero, pretenden endosar al erario la factura de la debacle, pero aún no está claro si el hecho es imputable a los productores, a factores ajenos a ellos o a una mezcla de ambos.
Las autoridades carecen de un diagnóstico completo del fenómeno; el cual, convertido a metálico, implicó una caída en las ganancias que ronda unos mil 300 millones de pesos, además de pérdidas por otros 300 millones en acondicionamiento de granjas y capital de trabajo, esto último avalado por el gobierno estatal en voz del propio secretario del ramo, Héctor Ortiz Ciscomani, en una versión referida por un diario hermosillense el 28 junio de 2013.
En ese sentido, el presidente de la Asociación de Acuicultores de Sonora (AAS), Samuel Fraijo Flores, ha reiterado en medios de comunicación una exigencia de subsidios al gobierno, tan sólo para la entidad, de mil 300 millones de pesos “para enfrentar la emergencia sanitaria”. La cantidad solicitada a las arcas nacionales, coincide más con lo que se dejó de ganar, que con lo invertido en capital de riesgo, de acuerdo a los datos disponibles.
Se trata en los hechos de una solicitud de rescate camaronícola, en la que nadie ha explicado si los recursos serían utilizados para compensar las utilidades no devengadas por la vía del libre mercado, mejorar prácticas de cultivo, recontratar la planta laboral o mitigar el severo impacto ambiental que provoca este negocio en los ecosistemas costeros de Sonora, sus aguas adyacentes y subterráneas.
Fraijo Flores adelantó que a partir de marzo 2014, regresarán al cultivo la mitad de las 136 unidades económicas dedicadas a engordar y comercializar camarón en Sonora, para lo cual se habilitarán unas 15 mil hectáreas de estanquería, de las 25 mil explotadas el año previo, con lo que esperan lograr alrededor de 35 a 40 mil toneladas del producto, “si no se tienen inconvenientes de enfermedades o sanidad”, advirtió.
Logran subsidios directos a la producción
Por lo pronto y a las primeras de cambio, los empresarios camaroneros de tierra adentro lograron ya una victoria parcial sobre el gobierno federal al conseguir que su actividad sea incluida a partir de 2014 en un esquema de subsidios directos a la producción, similar a Procampo y ProGan.
Apenas en junio de 2013, dirigentes de productores como Miguel Ángel Castro Cosío, presidente de la Unión General de Obrero Campesina y Popular (UGOCP), proponían la creación de un esquema de subsidios llamado Proaqua. El 27 de noviembre de ese mismo año, en el marco del Tercer Foro Económico de Pesca y Acuacultura, el titular de SAGARPA, Enrique Martínez y Martínez anunció la inclusión del Propesca en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) del ejercicio siguiente.
Días antes de proponer el Proaqua, el 13 de junio, un diario del Sur de Sonora, publicó declaraciones atribuidas a Castro Cosío, en el sentido que la actividad acuícola estaba libre de mancha blanca y no hacía referencia a la existencia de ninguna anormalidad sanitaria, sólo a algunos inconvenientes climatológicos que pueden ser factor para la aparición de microorganismos patógenos.
Dentro del Programa Especial Concurrente para el Desarrollo Rural Sustentable (PEC), del PEF 2014 se etiquetaron apenas 50 millones de pesos para iniciar el Propesca, que si bien están muy lejos de los 4 mil millones que van al Progan o los más de 13 mil millones de Procampo (hoy Proagro), servirían para otorgar un apoyo directo de alrededor de 715 pesos por cada una de las 70 mil hectáreas de todas las unidades de producción acuícola del país, más del 90% de las cuales se concentran en Sinaloa, Sonora y Nayarit.
Negligencia oficial o causas naturales
Los granjeros y funcionarios sonorenses han sido cuidadosos a la hora de buscar culpables. Reyes Eugenio Molina Moreno, presidente del Comité de Sanidad Acuícola del Estado de Sonora (COSAES), confirmó el 18 de noviembre de 2013 que “la caída de la producción del camarón de cultivo en Sonora es del 84 por ciento, debido a la problemática que se ha presentado en los últimos cuatro años, por la presencia de enfermedades como la mancha blanca y la del síndrome de la mortandad temprana”. En momento alguno mencionó la participación de personas o instituciones.
Pero exactamente tres meses antes, el 18 de agosto, su par sinaloense Saúl Alberto Soto Pérez, afirmó en entrevista para el diario Reforma: “La muerte masiva de camarones en granjas de Sinaloa, Sonora y Nayarit, debido a una bacteria desconocida, obedece, en parte, a la falta de acciones preventivas y vigilancia de las autoridades sanitarias para evitar la importación de producto contaminado.
Lejos de exigir rescate, el presidente del Comité Estatal de Sanidad Acuícola de Sinaloa (SESASIN) propuso en la entrevista, la asignación de más recursos y modernización de las legislaciones para que el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA), de la Secretaría de Agricultura, impida catástrofes acuícolas.
"El problema que tenemos es sanitario, la importación es la clave medular. Digamos que el problema entró por importaciones de camarón vivo o de producto fresco de Sudamérica o triangulado de alguna manera. Desgraciadamente estamos viendo que la reacción de la autoridad no fue en tiempo. Es demasiado el camarón que sigue entrando, hemos tenido nosotros reportes de camarón que entra por Manzanillo, de embarques que vienen de Estados Unidos, eso es lo que SENASICA tiene que controlar", acotó.
En ese sentido se pronunció por más control en la frontera Sur de México; “está entrando camarón de no muy buena calidad, nosotros no podemos sacar camarón fresco de México a ningún País", precisó Soto Pérez.
Por su parte el delegado de SAGARPA en Sonora, Horacio Huerta Ceballos, reconoció el 20 de agosto que el síndrome de la mortandad precoz, pudo deberse a la introducción de larvas contaminadas a las granjas, pero no descartó que la cepa pudiera provenir del propio Golfo de California: “Hay que recordar que en la acuicultura se usa agua de mar, pudo haber sido también esto”.
Capturas record en ribera y alta mar
Sin embargo, la captura de camarón azul de ribera fue excepcionalmente alta al levantarse la veda del mismo en septiembre de 2013, lo que hace suponer reproducción de poblaciones sanas del crustáceo en su ambiente natural. No existe reporte de contaminación o especímenes detectados con mancha blanca o mortandad de juveniles, al contrario, los ribereños obtuvieron las mejores tallas en años. No sólo eso, a través de un recorrido realizado por los principales puntos de arribo de los municipios de Huatabampo, Benito Juárez, San Ignacio Río Muerto, Cajeme, Guaymas y Hermosillo, se logró establecer que los precios en los primeros diez días luego del levantamiento de la restricción temporal de captura, eran al menos el doble que en la misma fecha del año anterior. Luego de las fiestas patrias y hasta hoy, enero de 2014, el kilo de camarón azul grande promediaba –a pie de panga— los 200 pesos, el triple que un año antes.
El jefe de la oficina federal de pesca en Ciudad Obregón, informó el 9 de enero de 2014, que la captura para el municipio de Cajeme y Benito Juárez se incrementó en un 17%, al subir de 551 a 643 toneladas, superior a la cifra record de 638 toneladas en 2011. Dos días antes, por su parte, el jefe de la Oficina Local de Pesca y Acuacultura en Guaymas, Arnulfo Navarro Carrillo dijo que con un atípico repunte de la captura en diciembre, la suma de los arribos de alta mar y bahía superaban con más de 75 mil kilos los reportes del periodo próximo pasado, principalmente de camarón café o caqui. Informes en el mismo sentido se tienen para los casos de Huatabampo y Hermosillo. Aún y cuando las capturas son cada vez menores, la veda temporal al recurso marino será impuesta hasta fines de marzo, por lo que los volúmenes antes citados podrían incrementarse.
Sin que lo anterior sea concluyente, se puede suponer que el virus de la mortandad temprana no ingresó por el bombeo de agua de mar a los estanques de cultivo o, que por otro lado, los camarones que se reproducen en la naturaleza poseen algún tipo de anticuerpo para este fenómeno viral. Lo que sí es cierto y ratificado por el mercado, es que sólo un camarón sano puede alcanzar tallas máximas y comercializarse a un precio tan alto.
La producción de plantas y animales acuáticos, en condiciones controladas, es una verdadera alternativa para incrementar el empleo en el medio rural y la disponibilidad de alimentos de alto valor nutricional, así como de generación de riqueza para las comunidades ribereñas y las empresas privadas. Permite encadenamientos productivos, frena la migración y propicia conocimiento y transferencia de tecnología.
Alto impacto ambiental
Pero al igual que la agricultura y la ganadería, también esconde aspectos negativos y perniciosos que se pueden volver en contra de sí misma, de la sociedad o el medio ambiente. Así como la producción de algunos cereales utiliza de manera irracional recursos finitos como el agua, o la producción pecuaria es causa de gran cantidad de emisión de gases de efecto invernadero, como el metano, las técnicas predominantes de acuicultura, en especial la del camarón, parecería no tener más lógica económica y ambiental que la ganancia por sí misma sin importar lo demás, por lo que su sustentabilidad está en entredicho.
Genaro Bernal Cruz, director general del Consejo Nacional de Fabricantes de Alimentos Balanceados y de la Nutrición Animal (CONAFAB), principal financiador de los granjeros, acepta que el alimento que ellos fabrican y comercializan representa al menos 70% de los costos totales de la producción camaronícola. No es complicado inferir que de cada peso de subsidio al subsector, 70 centavos ingresarían a las cuentas de los socios del CONAFAB. Ahí está el verdadero negocio.
La parte eco-sanitaria refleja aún más la irracionalidad de las técnicas predominantes en la acuicultura del camarón.
Durante el proceso de engorda, los animales sólo aprovechan un promedio del 25% del alimento depositado en los estanques para el efecto. El resto, 7.5 de cada 10 kilogramos se desperdicia y se convierte en desechos que forman flóculos tóxicos y son condición del surgimiento de enfermedades patógenas, lo que lleva a la introducción de antibióticos y otras sustancias químicas ajenas al proceso natural de desarrollo de la especie (Buschmann, 2001. Chile).
Para evitar daños mayores, se deben realizar recambios de agua con excesiva frecuencia, para lo cual se utilizan bombas para cuya electrificación se invierten elevadas cantidades de recursos públicos, dentro del Programa de Electrificación de Granjas Acuícolas (PEF, 2000-2014). El gasto mismo de energía es escandalosamente alto.
El líquido residual, se filtra al subsuelo contaminando mantos freáticos o es vertida a los cuerpos de agua adyacentes generando un fenómeno que los biólogos y/o ambientalistas denominan eutrofización o aumento anormal de nutrientes inorgánicos en los ecosistemas marinos, cuyo impacto ambiental provoca incluso la desaparición de la vida marina en amplias zonas (Delta del Mississippi), lo que para algunos es causa de la disminución de las capturas en riberas y mar abierto.
No son pocas las granjas camaronícolas cuya instalación ha implicado la deforestación de manglares por miles de hectáreas y Sonora no la excepción. Los ecosistemas de manglar, además de que teóricamente están protegidos por la legislación vigente, prestan invaluables servicios económicos y ambientales: filtran residuos peligrosos de las aguas pluviales que en su camino van a dar al mar, reducen el azolve costero, minimizan el impacto de ciclones y huracanes, protegen la vida marina en sus etapas tempranas y mantienen unidos los eslabones de la cadena alimenticia de todos los océanos. (Ezcurra, 2010. México).
La historia se repite
Pero aún desestimando la deforestación, el desperdicio de recursos en el proceso de engorda y la contaminación de aguas subterráneas y vecinas, prevalece el problema sanitario.
Existe la denuncia de los productores sinaloenses, en el sentido de que México tiene un sistema de sanidad implacable con las exportaciones pero flexible o poroso en materia de importación. Un omiso o ineficiente sector de sanidad debería ser la principal luz roja para el replanteamiento de la acuicultura de camarón en cualquier parte del país. Especialmente, porque la enfermedad que devastó en un solo ciclo casi la totalidad de la producción en Sonora, Sinaloa y Nayarit, productores del 90% del total nacional, hizo lo propio años atrás en el Suroeste de Asia.
La mancha blanca perjudicial pero menos agresiva que el misterioso virus de la mortandad temprana, hacía estragos en India en los mismos años en que en el Noroeste de México se instalaba los primeros laboratorios de producción de larvas.
“También en Malasia existen informes recientes y frecuentes sobre la muerte generalizada de camarones de criadero. Este año, un virus recién descubierto atacó establecimientos de cría en el estado de Kedah, afectando a 60 propietarios de criaderos de camarones, y extendiéndose a 40 criaderos del estado vecino de Perak. Murieron casi todos los crustáceos, informó el Utusan Konsumer de mayo de 1995”. (Khor, Martin. 1995).
La ignorancia de la historia de hechos tan recientes, llevó inevitablemente a su trágica repetición.
Por ello, antes de hacer cuantiosos desembolsos de dinero público que no resolverán el problema de fondo, sino más bien serán destinados a mantener el estilo de vida privado de un reducido grupo, habría que revisar, al menos, otras probables soluciones también orientadas al mercado pero más que nada a la nutrición de un país con más de 7 millones de personas con hambre, a la generación de empleos permanentes y a mejorar el ingreso de los hogares rurales.
Acuicultura sustentable
Existen alternativas como la acuaponia y las técnicas en bioflocs, que utilizan integralmente los recursos, cuya producción es orgánica y por tanto libre de pesticidas, sin necesidad de inversiones adicionales en antibióticos, bombeo excesivo o contaminación de aguas subterráneas o adyacentes, pues el recambio es casi nulo. Tampoco se desperdicia alimento y los desechos son convertidos en insumos. No requieren deforestar manglares pues demandan menos espacio para producir más, pues son mucho más intensivos que los convencionales.
La maricultura, parece ser otra opción rentable y no agresiva con el medio ambiente. Requiere de mayor inversión y capacitación, tiene la desventaja de estar más expuesta a ciclones y huracanes, pero casi exenta de problemas sanitarios. El Instituto Tecnológico de Guaymas trabaja en la investigación de esa tecnología en el marco del programa educativo rural.
Por otro lado no debería olvidarse que la acuicultura surgió en Sonora a fines de los ochenta y fue alentada como alternativa a la crisis de la pesca ribereña y de altamar, por la disputa del recurso camarón entre empresarios privados y cooperativistas, la producción en “condiciones controladas” del crustáceo en Sonora llegó en menos de 15 años a desplazar a la captura en volumen, valor y generación de empleos.
Sin embargo, antes del cuarto de siglo de existencia ininterrumpida, pero con señales de agotamiento al menos desde 2010, Los botas de hule vieron impotentes derrumbarse el castillo de naipes de una actividad muy redituable pero cara, altamente depredadora de recursos naturales y escandalosamente ineficiente en el uso del principal insumo, la alimentación. Ahora exigen rescate, pero cuando sus ingresos superaban los cinco mil millones de pesos no crearon un fondo de contingencia ni contrataron seguros.
Si en alguien el Estado debe invertir, es en los cuatro mil 500 jefes de familia despedidos, al menos en programas de empleo temporal, capacitación y proyectos productivos afines, al final de cuentas ellos hacían producir las granjas.
La acuacultura predominante utiliza una gran cantidad de recursos: los sistemas extensivos requieren de un gran espacio por una baja producción; cuando estos proyectos se intensifican, su consumo de energía para aireación y recambios es excesivo; el recambio de agua consume grandes cantidades para eliminar los elementos tóxicos; se desperdicia una gran cantidad de alimento para generar una menor producción; los desechos que se producen no son aprovechados y contaminan los cuerpos de agua receptores.
Es tiempo ya de revisar la estrategia, antes de que, de alternativa de empleo y alimentación, pase a convertirse en una carga más para la sociedad.
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